Zaragoza redefine el centro urbano en diciembre de 2025

Zaragoza se prepara para un cambio real en la movilidad urbana de su centro histórico. La implementación efectiva de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) se adelanta al 12 de diciembre de 2025, y marca un punto de inflexión en las políticas locales. Durante más de un año, la zona estuvo activa en apariencia, señalizada y con control progresivo, pero sin sanciones económicas. Ahora, comienza una fase más firme, que combina control policial, cámaras automáticas, autorizaciones y un calendario claro: sanciones activas y restricciones reales para quienes circulen sin distintivo ambiental.

En el horizonte urbano se dibuja un proyecto que va más allá de una restricción. Zaragoza asume su compromiso con el transporte público, mejora sus flotas eléctricas y define una estrategia de señalización, registro y vigilancia tecnológica que pretende ser ejemplar. Todo ello con una gran sensibilidad por la población residente, visitantes ocasionales y trabajadores que dependen del vehículo, especialmente en un perímetro tan sensible como el Casco Histórico.

Un tramo histórico en transición

La Zona de Bajas Emisiones de Zaragoza se centrará en el Casco Histórico, que comprende calles icónicas como Paseo Echegaray y Caballero, San Vicente de Paúl, el Coso, plaza de España, Conde Aranda, Mayoral, Santo Domingo y Ramón Celma. Durante meses estas vías han estado señalizadas como parte del perímetro ZBE sin efecto sancionador. Esta etapa inicial tuvo carácter informativo y pedagógico, con vigilancia esporádica y notificaciones sin multa. Resultaba evidente en el silencio administrativo respecto a las infracciones, mientras la ciudad se preparaba para el cambio.

Desde marzo de 2025, Zaragoza avanzó a la segunda fase del proceso: se reforzó el control con la presencia activa de la Policía Local aplicando sanciones informativas, aún sin coste económico, con el objetivo de que la ciudadanía comprenda el nuevo escenario antes de las consecuencias reales. Se instaló señalización adicional y se intensificó la presencia municipal en la zona. Estas acciones prevalidaron el terreno para el lanzamiento de multas en diciembre. De este modo, la etapa de advertencia dio paso a una fase donde el incumplimiento comienza a tener consecuencias tangibles.

Calendario realista y compromiso anticipado

Originalmente, la entrada en vigor completa estaba prevista para marzo de 2026, pero fue adelantada después de que Zaragoza confirmara su adhesión a la nueva convocatoria de ayudas estatales para transporte público. La normativa exige que las ciudades beneficiarias cuenten con ZBE operativas antes de final de año, y eso aceleró los planes locales. Así, el plazo se redujo y Zaragoza asumió un compromiso más ambicioso con la movilidad sostenible.

La alcaldía confirmó que a partir del 12 de diciembre de 2025 comenzarán a aplicarse sanciones de hasta 200 € por acceder sin autorización o distintivo durante días laborables entre las 7:00 y las 20:00 horas. Este ajuste, aunque más restrictivo que el anterior —que no contemplaba multas reales—, se acompaña de medidas como el registro obligatorio de vehículos sin etiqueta, normas claras de acceso y sanciones progresivas, que marcan el nuevo ritmo urbano.

Vehículos, autorizaciones y excepciones

El acceso a la ZBE será libre para bicicletas, vehículos de movilidad personal —como patinetes eléctricos— y automóviles etiquetados B, C, ECO o CERO emisiones. Aquellos vehículos sin distintivo podrán circular si cuentan con una autorización específica: permisos permanentes, temporales o puntuales, siempre vinculados a condiciones justificadas como ser residente, trabajador esencial, transporte de mercancías, emergencias, visitas médicas u otras necesidades justificadas. Estos permisos estarán limitados en número (por ejemplo, un máximo de ocho al mes para algunos casos) para evitar abusos.

El registro de autorizaciones comenzará antes del régimen sancionador. Durante el verano y otoño de 2025 se abrirán los canales digitales y presenciales para tramitar estos permisos, ofreciendo atención ciudadana y asistencia técnica. La ciudad prioriza un modelo que reduzca la fricción, evitando el rechazo y premiando la previsión. Los residentes, comerciantes y trabajadores habituales del centro recibirán información concreta sobre cómo inscribirse, los datos exigidos y los plazos para no verse sancionados.

Tecnología y control automatizado

La vigilancia de la ZBE se apoya en un sistema tecnológico de lectura automática de matrículas que conecta con bases de datos nacionales. Estas cámaras, distribuidas en los puntos clave del Casco, detectan los vehículos que acceden al perímetro y comprueban de forma inmediata si tienen distintivo ambiental o permiso válido. Si un coche sin autorización entra, se concede un margen de salida voluntaria (alrededor de 10–15 minutos) antes de aplicar la sanción.

Este despliegue técnico permitirá evitar la presencia constante de agentes en cada calle mientras garantiza eficacia y trazabilidad. Además, el sistema estará integrado con aplicaciones móviles, permitiendo a los conductores recibir alertas sobre su situación o identificar en tiempo real si su coche está registrado.

Información ciudadana y sensibilización

Paralelamente al despliegue operativo, se lanza una campaña intensiva de comunicación. El Ayuntamiento distribuirá información por paneles digitales en la zona, redes sociales, transportes urbanos y puntos de atención ciudadana. Se invitará a vecinos y comerciantes a sesiones explicativas sobre el funcionamiento de la ZBE, los permisos disponibles, los periodos, los horarios y los mapas interactivos que muestran el perímetro.

La campaña incidirá en que no se busca restringir de forma lineal, sino ordenar el acceso de manera razonable. El mensaje central será que una ciudad con menos emisiones respira mejor, ofrece libertad peatonal y mejora su calidad de vida, siempre y cuando exista una transición planificada y respetuosa con las necesidades de sus habitantes.

Inversión y financiamiento ligado a ayudas estatales

La decisión de adelantar el inicio de sanciones también tiene una motivación práctica: asegurar los fondos estatales para transporte público. Zaragoza recibirá millones de euros —al menos siete procedentes del Gobierno central— para electrificar su flota de autobuses y mejorar tarifas. A esto se suman inversiones municipales destinadas a la infraestructura, contratación de cámaras, sistemas de registro, plataformas digitales y procesos de información ciudadana.

También se destinarán recursos a renovar la flota con autobuses eléctricos y ampliar su cobertura. Se espera que el uso del transporte público crezca como alternativa eficiente ante las nuevas restricciones de circulación dentro del centro histórico.

Sensibilidad urbana y equilibrios

Aunque la zona afectada es reducida —aproximadamente 0,6 km², apenas el 0,1 % de la superficie total de Zaragoza— el diseño ha tratado de mantener equilibrios. La restricción opera solo en días laborables y en horario diurno. Los permisos son limitados y se contemplan excepciones sociales esenciales. La estrategia busca que la ZBE sea efectiva sin provocar malestar excesivo.

Al mismo tiempo, diversos colectivos sociales han expresado que la medida es demasiado conservadora. Reclaman que la zona debería ampliarse a otros barrios o incluir entornos escolares y hospitalarios. Esta crítica subraya que la ZBE actual, aún con control formal, traslada una responsabilidad futura: avanzar hacia coberturas más amplias que puedan tener impacto real sobre la contaminación urbana.

Fases del proceso y horizonte 2030

La implantación de la ZBE en Zaragoza está dividida en fases claramente marcadas. La primera fase fue la semilla: señalización sin sanción. La segunda, en marcha desde marzo de 2025, aplica sanciones informativas. La tercera fase, que comienza en diciembre de 2025, introduce multas reales y acceso regulado. Finalmente, en 2030 está prevista la expansión del perímetro hasta la Plaza Paraíso y otras áreas del distrito Centro, consolidando un ámbito mucho mayor que el previsto inicialmente.

En esa fase posterior también se activarán sistemas completamente automatizados con registro integrado y sanciones electrónicas inmediatas, garantizando rapidez, precisión y reducción de errores humanos.

Un experimento urbano con eco nacional

Zaragoza se suma al grupo de ciudades españolas que han iniciado su ZBE con distintos ritmos, pero con similar necesidad de adaptación. Al inicio de 2025, ya había 49 ciudades con alguna zona activa, aunque muchas aún sin sancionar. Las críticas apuntan a que la mayoría de estas zonas eran mínimas, simbólicas, con poca cobertura real y escasa eficacia visible. Zaragoza transmite una intención progresista: avanzar desde el centro, con sistemas reales de sanción, tecnología y compromiso financiero.

El caso aragonés muestra que la implementación de una ZBE no es simplemente una restricción, sino un proyecto más amplio: comprende transporte público eléctrico, regulación inteligente, participación ciudadana y financiación asociada. Las lecciones que extraiga serán útiles para otras ciudades que pretendan diseñar ZBE modernas y resistentes.

Dilemas y metas compartidas

Entrar en la ZBE sin etiqueta ambiental será sancionado, pero el sistema intenta anticiparse a errores: los tiempos de salida, los permisos temporales y la flexibilidad para residentes ofrecen un margen que combine firmeza y comprensión. La ambición ambiental busca reconciliarse con la realidad social, y el reto será demostrar que esta forma de regulación no es regresiva, sino reformadora.

El objetivo más amplio es alcanzar una movilidad sostenible, limpia y compatible con el crecimiento urbano. Zaragoza aspira a reducir su huella de carbono, mejorar la accesibilidad, descongestionar el centro y regenerar el espacio público. La ZBE no es el fin, sino el inicio de una transformación urbana con impacto social, ambiental y operativo.

Perspectivas futuras

El éxito de la ZBE dependerá de cómo la ciudadanía adopte las nuevas normas, de la efectividad del transporte público alternativo y de la extensión del modelo más allá del centro histórico. La segunda fase, a partir de 2030, será el momento clave para validar si las restricciones amplias son viables y socialmente aceptables.

Mientras tanto, Zaragoza definirá un modelo de implantación progresivo y tecnológicamente avanzado, explorando cómo una ciudad media puede controlar la contaminación, regular el tráfico y fomentar modos de transporte sostenibles sin fracturas urbanas ni exclusiones radicales.

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